En esta ocasión usé toda la zona de la riñonada y el rabo, otra forma diferente de comer las chuletas, igual que ocurre con la corona que hicimos en la otra ocasión. Cortamos la carne en trozos más grandes que las chuletas. Aunque podéis usar cualquier otra parte del cordero, como la pierna cortada en trozos, la riñonada es perfecta, ya que es una carne muy blanda y jugosa.
Necesitaremos:
- Carne de cordero de la pieza que más nos guste.
- 2 cebollas.
- 2 ajos.
- 100 grs. de miel.
- Vinagre de módena.
- 2 zanahorias.
- Un vaso de vino blanco.
- Unas ramitas de romero y tomillo.
Guarnición:
- Patatas Deluxe ( receta aquí).
Lo primero que haremos será salpimentar la carne, a continuación vamos a pasar la carne por harina, sacudiéndola para eliminar el exceso. Ponemos, en la cacerola donde haremos el guiso, aceite y doramos la carne por ambos lados y la reservamos.
Una vez tengamos todo el cordero dorado, vamos a pochar la cebolla picada muy finamente, en brunoise, cuando esté dorada añadimos el ajo muy picadito y a continuación las zanahorias también en brunoise. Lo rehogamos hasta que se ablanden y lo regamos todo con el vino blanco.
Pasados los primeros 30 minutos, mezclaremos la miel con 4 cucharadas de vinagre balsámico de Módena y lo añadimos a la cacerola, removiendo bien para que se distribuya y se mezcle bien con el resto de ingredientes.
Podéis observar como cambia el color del guiso, y el olor que desprende es embriagador. Lo dejamos que termine de cocer, rectificamos si es necesario de sal, y lo dejamos reposar, tapado, unos minutos para que se asiente la salsa. Y ya solo queda disfrutarlo acompañado de una buena guarnición; en este caso elegí unas patatas deluxe, porque la combinación de hierbas aromáticas casa muy bien.
Buen provecho, solo espero que os guste tanto como yo lo he disfrutado cocinándolo para vosotros.
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